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Autoestima factor clave para el desarrollo de una personalidad sana 04-08-15

 
Autoestima factor clave para el desarrollo de una personalidad sana

Es que yo no sirvo para nada, licenciado. Yo soy muy bruto’, me dijo Clemente como explicación a mi pregunta sobre sus calificaciones. Clemente, niño de nueve años, tenía varios fracasos escolares y en el curso de las entrevistas de evaluación se hizo manifiesto que también tenía un pobre concepto de sí mismo. Por tanto, entre las recomendaciones que se hicieron a sus padres se les sugirió matricular a Clemente en unas clases de afianzamiento académico y en un programa de fortalecimiento de la autoestima.

La autoestima es la creencia que se tiene acerca de uno mismo, de las cualidades, destrezas y capacidades que adornan la propia personalidad y la manera particular de sentir y de pensar que tiene una persona y que constituye su imagen personal o autoimagen. En otras palabras, autoestima es la valoración que hace la persona de sí misma teniendo en cuenta las experiencias y las vivencias fundamentales de su vida que lo llevan a sentirse inteligente, capaz, a gusto con su apariencia o todo lo contrario.

Una buena autoestima, sentirse bien consigo mismo, es fundamental para la realización del potencial individual y el crecimiento personal de Clemente. Así, sintiéndose bien consigo mismo, teniendo buena estima, las personas pueden enfrentarse a los problemas, pueden resolver mejor los retos y asumir correctamente las responsabilidades que les depara la vida. Una autoestima sana no previene de la ocurrencia de problemas, pero prepara mejor para cuando estos se presentan.

Pero, ¿cómo se forma la autoestima? La estima personal se desarrolla a lo largo de la vida, nutriéndose de las experiencias, los sentimientos y los pensamientos de valía o incompetencia que la interacción humana produzcan en el individuo. Poco a poco el niño va descubriendo sus capacidades y su singularidad, conociendo que es aceptado por unas personas y puede ser rechazado por otras y a partir de ‘estas experiencias tempranas de aceptación y rechazo de los demás es cuando comienza a generar una idea sobre lo que vale, por lo que vale o deja de valer’.

Lo importante acerca de la autoestima es como la persona percibe e interioriza las nociones acerca de su valía o incompetencia proferidas por otras personas. En tal sentido, la baja autoestima se produce cuando, como resultado de la interacción con personas significativas o por la propia experiencia, el sujeto se percibe a sí mismo como un individuo de poco valor. En estos casos, la persona tiene una visión distorsionada de lo que es, de su realidad, lo que lo puede llevar a ser extremadamente perfeccionista o excesivamente negligente en sus acciones.

La persona con baja autoestima, como resultado de la distorsión de su pensamiento, posee un diálogo interior inadecuado caracterizado por generalizaciones de hechos aislados, descalificaciones o ataques a sí mismo y pensamiento absolutista (todo o nada). También, se culpa por todo lo que ocurre o culpa a otros, supone que todo lo que pasa tiene que ver con él, cree erróneamente que puede plantear lo que las personas piensan o sienten sobre él, que él debe asumir responsabilidad por lo que sucede a su alrededor o bien que carece de control sobre lo que acontece y cuando hace algo por los demás espera y exige retribución inmediata y plena de sus favores. Además, suele plantearse a sí mismo que lo que él piensa y siente refleja la verdad, es toda la verdad y es la única verdad posible. Si una persona quiere cambiar o mejorar su autoestima, puede recurrir a las siguientes estrategias:

Puede procurar convertir los pensamientos negativos en pensamientos positivos. Acostumbrarse a pensar positivamente en las cosas, las situaciones y sobre las personas. Por ejemplo: cambiar los pensamientos del tipo ‘No hago nada bien’, por pensamientos del tipo ‘Puedo tener éxito cuando me propongo’.

No hacer generalizaciones: tomar las experiencias negativas como episodios desafortunados y no como tendencias que no se pueden modificar.

Ser conscientes de los logros y del esfuerzo, empeñándose en dar lo mejor de sí en cada situación o ante cada reto. Pensar que lo que vale es el esfuerzo que se hace para lograr las metas y los objetivos personales y sociales.

No hacer comparaciones: pensar que todas las personas son únicas y valiosas; incluyéndolo a él.

Confiar en sus destrezas, habilidades y en sí mismos y, por lo tanto, confiar en su capacidad de afrontar las exigencias de la vida.

Aceptarse a sí mismos, mejorando lo que se pueda y teniendo una relación saludable con la realidad, consigo mismo y con las personas que le rodean.

Atreverse a soñar, porque en la vida se obtiene lo que alguna vez se soñó y se atrevió a buscar con todas sus fuerzas.

El fortalecimiento de la autoestima es una tarea que puede ser dirigida por los padres. Estos por medio de procesos de comunicación efectiva, de valores bien pensados y de disciplina integral puede, desde que los niños están pequeños, ir dirigiendo y moldeando la personalidad de sus hijos.

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